
OH TEMPORAS, OH MORES
En mis años de abogado un día me llamaron a defender al poeta nadaísta Elmo Valencia. Lo habían sapiado mientras con unos amigos fumaban la yerba. […]
En mis años de abogado un día me llamaron a defender al poeta nadaísta Elmo Valencia. Lo habían sapiado mientras con unos amigos fumaban la yerba. […]
Todo dio pie para que Trump con suficiencia, no diere importancia al asunto. Por eso perdió las elecciones. Jair Bolsonaro hizo lo mismo y un tercer mosquetero, así mismo loco, el señor Andrés Manuel López Obrador, se sintió por encima del virus. Lo menospreciaron y se burlaron de él. […]
Siempre habrá Royes y Benedettis que lleguen a medrar con tantos otros de su linaje. Y hasta podrían aprovecharse de la mala memoria de los pueblos cuando se les echa el discurso veintijuliero de los redentores del pueblo oprimido […]
En esos extremos que representan un tal Petro –el de los fajos- y otros cuantos de sus paniaguados, lo que vale es el poder para reinar con él aun en la miseria de sus compatriotas. El centro, siempre estará a la vista, que obra distinto, fiel a un estadio de democracia y libertad. […]
Es ignominioso que todo esto ocurra sin sanciones, asfixiados como estamos con la corrupción. Desenmascarar al hipócrita. Si es que Montes vive, Petro sabría entonces los alcances de la frase de Fouché que citamos antes: “Más que un crimen, fue un error.” […]
Todo esto ocurre para mal de Colombia, porque la JEP, como debe saberlo el presidente actual y la anterior, violaron ofensivamente la ley colombiana. Ordenaron posesionar como parlamentario a semejante antisocial e hicieron, jugando al olvido que vendrá, que nada de estos procedimientos aberrantes trascendería a la historia. […]
!Ah este Roy! No le duele la patria ni la violencia que nos han desatado las fuerzas del mal. Pero quiere, como le dijo el ministro Trujillo, hacer política con la sangre. Postuló una candidatura presidencial hace dos semanas y la retiró a la siguiente, tratando de camuflarse, como si no lo conociera ya el país con todas las fases que adopta. […]
Belalcázar es un recuerdo, bueno por las ciudades que fundó, y amargo por la gente que sacrificó en aquella época. Fue condenado a muerte, pero murió en Cartagena cuando iba para Madrid a ponerse a derecho, como decimos los abogados. Mas, sin duda alguna, su monumento, al igual que el de Popayán, es una obra de arte del escultor español Victorio Macho que congrega a las gentes de todos los niveles a su alrededor y a turistas todos los fines de semana. Siempre señalando al mar. […]
Sienten orgullo de llamarse “vándalos”, y matan y hieren, y disparan armas de fuego y estallan explosivos y vuelven la ciudad invivible en preparación del advenimiento de una revolución comunista conocida como el “socialismo siglo XXI”. […]
Con repudio, lo que ha hecho la Corte Suprema de Justicia, Sala Penal, en el caso del expresidente Alvaro Uribe, a quien han recortado sus derechos y le han acomodado un auto de detención preventiva, que dada la extensión de los 1.554 folios es más que una sentencia condenatoria para esta vida y la otra. No estoy diciendo mentiras -que no las digo nunca-, ni arriesgando una respuesta de corte político, como lo veremos en este escrito. Pero es lo cierto que ese alto tribunal ha torcido deliberadamente la acción de la justicia permitiendo el procedimiento torticero a que ha acudido, por odio y cálculos políticos, un senador comunista camuflado en un partido de retazos que es el Polo Democrático. Ese senador, ya se sabe, es Iván Cepeda. […]
La pandemia del cólera-morbo se extendió a finales del siglo XIX por el mundo. Y murieron, murieron y todavía después seguía muriendo la gente. Dicen que en Cartagena falleció una tercera parte de la población. Aunque nuestro Nobel García Márquez cuenta que había regueros de cadáveres tendidos en los campos, pero al acercarse a ellos se podía observar que presentaban un tiro en la nuca que en la guerra de turno de los mil días le habían disparado los godos del gobierno. […]
Nada sería más deseable que no hubiera problemas en la vida. Y que existiera una justicia limpia que cumpliera el ideal más puro del hombre: que los jueces fueran justos. Y que pudiera aplicarse aquel poema de Carlos Castro Saavedra: “Cuando la espada de la justicia, aunque desnuda se conserve casta.” Que a diferencia de los administradores de justicia que pinta Franz Kafka en “El proceso”, los que tal oficio cumplen lo hicieran conformes con el derecho y algo que, acorde con él, se halla por encima que es el estado de conciencia entre lo lícito e ilícito, lo pasional o mezquino, lo noble y lo torcido. […]
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